Matías tiene 24 años, su madre es Huarpe, su padre, Huinca (hombre blanco) adquirió esta cultura al casarse con ella. El es parte de la comunidad Waitamari y nos cuenta algunos aspectos importantes de esta cultura originaria.
Huar viene de Huar Junuc , deidad a la que adoraban, pe significa ligados a través del parentesco, por lo que podría deducirse que se consideran descendientes de su Dios, al que adoran especialmente en la montaña porque consideran que es el punto de contacto entre la madre Tierra y el padre Sol. La comunidad que visitamos habita en Uspallata (Lugar de gente silenciosa) y se denomina Waitamari cuyo significado es lugar sagrado de amor. Matías nos muestra la alfarería que realizan, en la actualidad es su modo de sustento junto con charlas en escuelas y visitas de turistas como nosotros. De fondo, escuchamos una música tranquila que nos invita a la reflexión, y no nos distrae.
Antes que nada, Matías se apresura a corregirnos respecto de nuestro modo de llamar a los habitantes de pueblos originarios. “La palabra indio viene de indeus, sin Dios. La palabra aborígen significa sin origen. Indígena, también es incorrecto, porque es sin genética”.
Esta comunidad Huarpe, habita estas tierras desde que en 1994 conforme con el artículo 75 de la Constitución Nacional, el Instituto de Asuntos Indígenas (INAI) les otorgara la personería jurídica. Son 12 las comunidades Huarpes en la provincia de Mendoza, 11 en Lavalle y esta que visitamos, en Uspallata. Está compuesta por 8 familias, de las cuales 3 viven en el territorio que nos recibe y el resto en la ciudad, por razones de trabajo o estudio.
Su cultura se basa en la cosmovisión, es decir, observación del mundo, de uno mismo, del resto de los seres, empleando todos los sentidos. Inicialmente, ocupaban el territorio desde el sureste de San Juan hasta el Río Diamante, en Mendoza. Hace 100 años, utilizaban las lagunas de Guanacache (gente que admira el agua que baja), a 110 KM de la ciudad de Mendoza; pero debido al abuso y la urbanización, esta área se ha secado. Actualmente, extraen agua de unos pozos que es altamente perjudicial por la gran salinidad de los suelos.
La comunidad Huarpe sufrió 2 conquistas, la primera fue ante la llegada de los Incas, la segunda con la irrupción de los españoles en 1551. De los Incas, tomaron algunas costumbres así como algunos aspectos de su lengua, que era más rica.
Su organización familiar era monogámica y patriarcal, y practicaban el levirato (muerto el esposo y su hermano heredaba viuda e hijos) y también el sororato (el hombre podía casarse con las hermanas de su mujer, de fallecer ella).
Matías nos habló sobre la propiedad, él nos decía que estaban padeciendo bastantes complicaciones respecto de la provisión de agua, ya que las compuertas nunca se abren para el lugar donde ellos habitan, por lo que deben ir a buscarla; además objeta el hecho de que el agua, un recurso natural, se les cobre. Él nos explica: “Para nosotros la propiedad es algo que usamos, cuando lo dejamos de usar, deja de ser nuestro. En el caso de la tierra, si yo la trabajo, soy parte de ella, si yo me voy de la comunidad, no puedo venderla, se la dejo para los demás, y si se disuelve y bueno, quedará para el estado Argentino”. Su modo de comercio podría ser el intercambio, porque el dinero no es un objetivo para ellos, sino un modo de obtener lo que necesitan para vivir.
En la actualidad y ante el reconocimiento de las culturas originarias, los Huarpes como otras etnias se hallan integrados en la educación tradicional y ya no ocultan sus orígenes, sino que buscan que se valore y rescate su cultura, han descubierto que con la unión, es más fácil hacer escuchar sus voces. En la ciudad de Lavalle, un grupo de jóvenes creó la Red Huanacache de Radios del desierto, que obtuvo un premio de la UNESCO, por promover la comunicación rural. Esto contribuye a disminuir el aislamiento de estas comunidades que había aumentado debido al cierre del ferrocarril.
En San Miguel (Mendoza), también un grupo de niños elaboró un proyecto denominado: “Recuperar el agua para no perder la identidad”, que consistió en cavar una acequia de varios kilómetros entre la laguna y el paraje y comprar caños de PVC y una electro bomba. Actualmente, cuentan con una huerta y recuperan la naturaleza de la agrupación que cultivaba quínoa, calabaza y maíz.
Es importante, creo luego de haber compartido un rato con Matías que nos mostrara parte de su cultura, que la valoremos y tomemos parte de ella, al menos en lo atinente al respeto por la naturaleza, tan descuidada y excesivamente explotada por estos días. Nosotros, que con frecuencia nos burlamos de las costumbres de estas culturas ancestrales, debiéramos escucharlos y aprender de ellos porque de ahí venimos todos en mayor o menor medida.
22 septiembre 2007
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