Juan Carr nos habla de la cultura solidaria, de cómo si todos nos involucramos en lo que le pasa al otro, podemos poco a poco, revertir la situación de las personas que pueden necesitarnos. La solidaridad implica un compromiso con el otro y el derecho de los menos favorecidos de esperar algo de los que hemos podido acceder a la educación, un empleo, el afecto de una familia. Nos cuenta, como surgió la Red Solidaria, cuáles son sus fortalezas y ámbitos en los que opera. Nos reunimos en la sede de Vicente López de Red Solidaria, me citó a las 18 hs., llego poco antes y me indica un asiento. Él habla por su celular, habla de violencia doméstica con una profesional psiquiatra al parecer. Me pide disculpas y yo lo espero. Su celular suena incansablemente, la mayoría llamadas familiares que lo muestran como, no sólo uno de los pilares de red solidaria, sino también como un pilar de su entorno familiar y de amigos, él se avergüenza y me pide disculpas con cada llamada entregándome el grabador para que lo detenga. A mi me intriga desde dónde parte la vocación solidaria de este hombre de un pasar económico bueno, que no ha sufrido ningún episodio que le haya cambiado la vida para modificar su concepción de las cosas, luego comprendería que es resultado de una inmensa gratitud a la vida, a su familia, a su entorno, a Dios.
VG: --¿Dónde naciste? JC: --Nací en capital Federal, viví 4 días en el Hospital Alemán y después me vine de vuelta a la provincia de Buenos aires, Florida y Vicente López y ahí viví toda la vida. ¿Cómo se compone tu familia? María, mi mujer, es pintora, yo soy veterinario y docente y tenemos 3 mujeres y 2 varones, la más grande, María, cumple 17 años en agosto y la más chiquita cumple 7 años en Agosto. De manera que bueno, esa es la estructura familiar, una familia muy normal. Vivimos ahora en Florida, en una casa chorizo clásica con jardín al fondo. VG: --¿Cómo fue tu infancia? Yo la verdad que tuve una infancia feliz, con líos familiares clásicos de aquella época, del 60. Cumplo 45 a fin de año, pero la verdad que en afectos la vida me trató muy bien, desde la familia, los vecinos, los amigos y justamente una de las cosas es que me parece que trato de hacer cosas en la vida que tienen que ver con el agradecimiento a lo que se me dio en la infancia y en la adolescencia sobre todo, Podemos incluir también la educación. Tuve educación laica y religiosa, las dos, privada y pública más los afectos a la familia y los amigos, soy un agradecido a la vida de modo que muchas cosas de las que uno hace es un poco para agradecer lo que la vida le ha dado. VG: --¿Cómo definirías a Juan cuando era chico? JC: --Me parece que inquieto, fui 9 años scout. El scoutismo es como una forma de vida en que todo el tiempo estás tratando de pensar que hacer por el otro, me parece que eso me influyó mucho y en el secundario tuve a los padres pasionistas que me formaron en el colegio san Gabriel y en la adolescencia me marcaron mucho, por un lado una impronta que tiene que ver mucho con lo religioso, lo espiritual y los ideales; y por otro, una impronta muy comprometida con lo social, lo comunitario. Los padres pasionistas tenían esa característica, esa doble mirada que a mi me formó mucho y me fue muy útil. VG: --¿Creés que la sociedad Argentina es solidaria? Si, nosotros la verdad que estamos tapados de generosidad. Cada vez que hay un chico o una persona adulta perdida, que hace falta un transplante o hay una inundación, una catástrofe, la red solidaria es testigo de la explosión de solidaridad Argentina. Eso es una realidad. También es cierto que es todavía un poco una solidaridad muy emocional, pareciera que hay que llegar a la catástrofe, a la tragedia. Nosotros estamos tratando de ver como lograr que no solamente haya una emoción, una sensibilidad por el prójimo sino que haya un compromiso más permanente; hacer que la emoción se encarne, se convierta en una cultura de la solidaridad. O sea, es verdad que la Argentina es solidaria, pero también es verdad que todavía falta comprometerse y lo vemos desde un montón de lugares, ¿no?, desde como manejamos el respeto al tránsito, lo que tiene que ver con la integración y la no integración, la pobreza que todavía es muy grande. O sea, venimos bien, pero todavía en función de lo comunitario nos quedan muchos pasos por dar. VG: --¿De qué creés que depende que una persona sea solidaria o no lo sea? JC: --A mi me parece que la gran educadora primero es la familia, en la forma que quieras, ¿viste que ahora hay un montón de modelos de familia?, Respetando eso quiero decir, el ambiente donde uno crece, los afectos, si en ese lugar se piensa en el otro y se respeta al otro, y se trabaja para mejorar el ambiente donde uno vive y la comunidad, los chicos en ese ambiente crecen pensando solidariamente. Y después, el segundo gran educador es la escuela y la universidad. Cada vez más escuelas, que nosotros sepamos hay casi ya creo que 7200 escuelas privadas y públicas que están trabajando la cultura solidaria como concepto, la solidaridad como concepto, todo lo que tiene que ver con el prójimo. Creo que en esos dos lugares es donde se aprende y después bueno, vos ligada a la comunicación, el otro gran vehículo de la solidaridad es la comunicación. Nosotros todo el tiempo estamos tratando que en los medios se refleje esta cultura solidaria que crece y a través de las nuevas tecnologías, una, por supuesto, la informática. De hecho también hemos sido testigos que ha sido posible que más de una vez, una computadora, una persona operando una computadora, un celular, un teléfono, han salvado vidas. Creo que las armas más honestas en este momento tienen que ver con la comunicación, y es un vehículo, la nueva revolución es tecnológica y hay que ver como por allí pueden pasar los valores humanos y entre ellos la cultura solidaria. VG: --¿Creés que las personas con mayor poder adquisitivo son más o menos solidarias? JC: --Nosotros con toda franqueza no encontramos una relación directa, no podemos decir, o sea, hay una intuición, te conmueve más, suponte, hacés una campaña para un chico con cáncer que necesita un medicamento y te llama una jubilada y te dice: chicos yo quiero donar un peso pero me esperan hasta el mes que viene porque todavía no tengo, me faltan 15 días para cobrar o yo tengo un peso pero puedo donar nada más que la mitad porque quiero comer hoy. O sea, lo que más te emocionan son los que menos tienen, pero nosotros somos testigos que todos, alguien, un ejecutivo de una empresa multinacional, un mega millonario famoso o no tan famoso como el más abandonado de una villa de emergencia o de un barrio humilde, o aquel que está en el fondo de la Argentina tienen la capacidad de dar intacta y eso a nosotros nos consuela, vemos que todos están siendo muy sensibles a esta emoción solidaria. VG: --¿Cómo nació Red Solidaria? JC: --Bueno, aquí donde estamos ahora es una canchita de fútbol, hay 3 canchas de fútbol y una de padle, yo juego aquí desde hace ya casi 15 años y con 2 de los dueños nos pusimos hablar de hacer algo por la comunidad, y bueno, en este lugar donde estamos ahora se nos ocurrió arrancar, compramos una computadora y un teléfono, éramos 5 cuando empezamos y ahí arrancamos, empezamos a ir a una radio, a otra, a un diario, difundiendo esta idea que era muy simple, igual que ahora, conectar al que tiene una necesidad con quien puede cubrirla, hacer de nexo. Y así empezó, vamos a cumplir 12 años en Febrero y esa fue la manera y el mecanismo y si bien nos falta mucho por hacer, algunas cosas pasaron por suerte, estamos felices con lo que hemos hecho hasta ahora. Falta un montón, por supuesto. VG: --¿Personalmente que reacciones generó en tu entorno el proyecto? JC: --Yo creo que, una de las fundadoras es mi mujer, o sea que era una propuesta matrimonial, los dos tenemos un pensamiento similar, los dos tuvimos la suerte de tener una familia, un trabajo y tener una cultura que nos permite ser privilegiados en este mundo y al mismo tiempo ese privilegio nos dio una obligación moral. Nuestro entorno éramos nosotros dos y nuestros amigos y lo primero era cumplir con un deber moral, de tener la suerte de tener lo que tenemos, pero dar una respuesta a la comunidad, agradecer. Y por otro lado, a mi me parece que lo que es el entorno actual, mis 5 hijos, me enorgullece que ellos vayan a un colegio, al Pedro Pobeda, que es un canto a la integración, cada 14 alumnos, más o menos hay un alumno con discapacidad. En mi casa a veces tengo la suerte de que se acerca un rabino que trabaja con la gente de la calle, un sacerdote de una villa de emergencia, viene alguien que trabaja en un programa de integración en discapacidad y deporte, nos visita un pastor anglicano de áfrica, por suerte, alguien dijo que los valores son atmosféricos, entonces me parece que desde ese punto de vista es un enorme placer, supongo que mis hijos tomarán algunos de esos valores en su vida futura, eso creo que me generó en el ambiente y en el entorno familiar. VG: --Hay casos en los que trabaja la red que son bastante complejos y que te deben afectar emocionalmente, ¿podés separar esa emocionalidad de tu vida personal?, ¿Cómo lo manejás? JC: --No. No lo logro, algunas cosas te generan un desgaste, otras una gran alegría pero hay un desgaste, de todas maneras uno puede decir bueno, esto me pasa porque un chico que buscábamos apareció muerto, porque alguien no consiguió el transplante, porque no encontramos un abuelo, porque una escuela no tiene lo suficiente como para dar clase. Eso no lo puedo superar y me hace mal, pero si no hiciera esto estaría desgastado porque mi jefe en la empresa me produciría una úlcera por la presión al trabajar; ser docente y el estrés que significa dar 400 horas de clase por semana. O sea, ser honesto en la Argentina hoy en día y tener mis 45 años significa que hay un desgaste, entonces si bien lo hay es con mucha alegría, porque de todos los desgastes y dolores que puede haber éste es el que prefiero y este me hace feliz. Pero es inevitable que haya cosas de las que podés apartarte y otras que no, que obviamente te impactan y después bueno, a veces te dicen hay un cirujano que ya opera de taquito, que ya tiene una gran frialdad para la cirugía y al mismo tiempo hay otro que todavía, cada vez que opera está nervioso, está comprometido, sufre por el paciente. Bueno, yo quiero que me opere el que todavía le impacta, por eso me parece bien que a mi todavía me impacten las cosas y me cueste enfrentar la realidad que a veces se presenta dura. VG: --¿Cómo definirías la solidaridad? JC: --Nosotros en la cátedra de la cultura solidaria que fundamos, logramos algunas definiciones que encontramos por ahí. Una es la de prójimo, prójimo es aquel que tiene derecho a esperar algo de mí. Nos gustó la definición porque habla de derecho, y del otro. Una definición de cultura de la solidaridad: es el proceso por el cual, una comunidad prestó atención a las necesidades de sus semejantes, reflexionó al respecto y decidió comprometerse para transformar esa realidad que lo rodeaba. O sea, esa es la definición, fijate que arranca de la comunidad, habla de un proceso, de un hecho cultural, de prestar atención, de levantar la vista, de comprometerse y finalmente de transformar la realidad. Bueno por ahí anda nuestra definición de solidaridad que además tiene que ver con el Corán que cuando dice que salvar una vida es salvar al mundo, con el Judaísmo y la profunda justicia, en realidad buscamos justicia, también con el evangelio obviamente con el prójimo, tiene muchas raíces, algunos dicen que viene de solidum, sólido. O sea cuando la comunidad se reúne, se junta, se hace sólida. La palabra tiene muchos orígenes, pero bueno... entre todos esos debe andar un poco la verdad de la definición VG: --¿Cuál es la clave para que la red solidaria sea tan fuerte como es? JC: --Yo te agradezco lo de fuerte, nosotros lo primero que nos parece es que el ser fuerte tiene que ver con nuestra conciencia de nuestra propia debilidad. O sea, nosotros somos limitados, cometemos, cometimos y cometeremos errores, pero tratamos de estar cerca del que sufre y cerca del dolor todo el tiempo, eso me parece que nos da mucha autoridad moral; y en esta conciencia de debilidad de saber que hacemos cosas buenas pero que al mismo tiempo somos limitados, ahí puede ser que esté uno de los secretos de esta apariencia de fortaleza, no?, y además nosotros todo lo hacemos con otros, con empresas, con las fundaciones, con la villa 31, con el comedor de la cava, con la Iglesia Católica y este trabajo en red te da mucha fortaleza. VG: --¿En que ámbitos opera la red? JC: --Y alguien dijo: “Nada de lo humano nos es ajeno”. ¿Que significa? que somos la gente común, el ciudadano común que se organizó para hacer cosas, entonces, nos preocupa que una mujer sea violada acá a a5 cuadras, que una maestra no tenga un sueldo suficiente en La Quiaca, que alguien no consiga un transplante, alguien refugiado de una guerra, nos preocupa que haya una larga sequía, o una catástrofe como un Tsunami, o sea nosotros creemos que una verdadera red solidaria de a poco, se va metiendo en todos los rincones de lo humano, y es razonable que sea así. Algunas deudas tenemos, bueno, con la ancianidad tenemos que mejorar mucho, en la Argentina hay 770000 personas mayores de 80 años, más del 10% viven solas. Estamos atrasados con el tema de violencia doméstica, hoy escuchabas los números, 160 mujeres llaman a diario a los servicios de violencia y solamente están llamando menos del 10% de las que la sufren. Cada 9 días matan un anciano en la Argentina. Cada un día y medio matan una mujer. Cada 2 horas muere un chico desnutrido en nuestro país. O sea nada nos es ajeno que tenga que ver con lo humano. Accidentes de tránsito es un tema que queremos abordar que estamos un poco atrasados; pero en definitiva con nuestra limitación vamos intentando avanzar para aprender mucho más, para tener más conocimiento de la problemática de la gente, para así poder dar mejores respuestas a la sociedad y a la comunidad. VG: --Hablábamos hace un rato de los medios de comunicación y de lo que pueden hacer, deduzco por lo que me estás contando que quizás sería bueno, desde los medios, generar un cambio para que la solidaridad no sea planteada como algo sensacionalista, sino como algo más permanente, algo que se trate más a diario, cómo lo ves esto? JC: --Yo creo, digamos, no te habla un experto, te habla un intuitivo. A mi me parece que, la cultura solidaria ha ocupado de a poco lugares en la comunicación. Ejemplos de esto la página de red solidaria, risolidaria, es una propuesta de la fundación Telefónica, los clasificados solidarios de La Nación, el calendario del compromiso de la revista Viva del diario Clarín… O sea hay espacios que se consolidaron, si a mi me preguntás también es cierto que la condición humana hace que la mala noticia siga siendo más vendedora, eso no es culpa de la comunicación, la comunidad es así y bueno, hay que asumir que somos así. También es cierto que se podría hacer mucho más, si, es verdad. Me parece que igual lentamente más noticias que tienen que ver con lo humano, van ganando un lugar y a título absolutamente personal, el problema es que cuando vos hacés, sobre todo mucha televisión, mucha radio, mucha gráfica de los medios más renombrados, al decir que pertenecés a una red solidaria generás más expectativa y generás más demanda; más gente dice: “él o ella me van a poder ayudar”, entonces para nosotros es como un equilibrio: ir a la comunicación porque es importante convocar, es una herramienta que no conocíamos, es fantástica, pero al mismo tiempo eso te genera una responsabilidad, en un país con 11 millones de pobres, si vos te presentás como un presunto solidario vas a recibir una demanda gigantesca, entonces nosotros tratamos de manejar ese equilibrio; pero comparto contigo que hay algún lugar pero podría haber mucho más en la comunicación habitual. VG: --¿Sentiste en tu actividad censura por parte del gobierno alguna vez? JC: --Francamente no. Por algunas razones: primero la vida es corta, a mí me quedan 40 años de vida y lo que más me interesa es construir, no tengo mucho tiempo de entrar en debates. Me encanta el debate democrático porque soy demócrata, pero hay un montón de debates fríos y absurdos sobre la realidad entonces nosotros al esquivarlos, ahí evitamos muchos conflictos y por otro lado queremos construir con el gobierno, con las multinacionales, con el ámbito privado, con el ámbito público. En general involucramos a todos los ámbitos, entonces es muy raro que alguien nos fuera a censurar. Por otro lado, no somos tan importantes como para que un gobierno pueda asustarse con nosotros, no, no lo somos, entonces al no serlo no hemos tenido conflictos. Y por supuesto, hemos pasado por varios gobiernos y con todos tuvimos una relación cercana, lejana, pero nunca muy íntima y como ciudadanos normales tenemos una relación razonable. En las últimas circunstancias de éste, por ejemplo, estamos en la intimidad del diálogo Argentina – Uruguay, que nos preocupa mucho, es un momento raro y hay que dialogar más, por eso, hablamos con nuestro gobierno por este tema y hará unos meses fuimos también a casa de gobierno por el tema de la comunidad Huichí de Pizarro que había que consolidar esas tierras y logramos que muchas se entregaran a los Huichís. No hay que olvidar también que hay un gobierno municipal y provincial además del nacional, y con todos tenemos una circunstancial relación cuando es necesaria, pero censura no, ni directa ni indirecta VG: --¿Creés que para los dirigentes es más fácil muchas veces generar políticas asistencialistas que un cambio de raíz en cuanto a las condiciones en que vive la gente? JC: --Si, absolutamente, pero no sólo para los dirigentes, para nosotros también. O sea, a mi me resulta mucho más simple hacer una campaña por una escuela rural donde entregás libros y cuadernos y que además en la foto salís bárbaro y parecés la Madre Teresa de Calcuta, eso es lindo, es atractivo, es conmovedor, todos te agradecen; pero mucho más complicado es modificar en profundidad lo que significa la educación. Si, es cierto lo que me decís, pero no solamente el asistencialismo es una tentación para los dirigentes sino también para todos nosotros y la verdad que para las grandes transformaciones, el asistencialismo es para un rato y después hace falta trabajo y educación para dignificar no sólo para asistir, no? VG: --¿Qué mensaje te gustaría transmitir a la sociedad? JC: --Bueno, no me tomé ningún vino, pero pensando así me viene a la cabeza: estuvimos 10 años en que se hablaba del uno a uno, y el uno a uno tenía que ver con la economía y bueno, ahora hay un nuevo uno a uno que es que la mitad de los Argentinos son pobres, entonces a cada uno de nosotros, a mi que no soy pobre, me toca otro. Yo propongo que cada uno descubra dónde está ese prójimo que me corresponde a mi, dónde está ese, mi par, ese por el que yo tengo que hacer algo, ese que tiene derecho a esperar algo de mi. Yo creo que eso es lo más simple que es la cultura solidaria, que cada uno ubique al prójimo ese que lo va a necesitar y se comprometa con él.
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