04 marzo 2010

¡Gracias a la vida, que nos dio a La Negra!


Despedimos a Mercedes, con homenajes, conciertos y admiradores llevando claveles a su velatorio, como aquellos que formaban la alfombra que pisó al volver a cantar luego del exilio, ese Jueves 18 de Febrero de 1982. Nos dejó su voz, su honestidad, su eterna sonrisa y una coherencia que le valió en ocasiones, mucho dolor.

Nació en una familia humilde, pero tal como ella le dijera a Rodolfo Braceli, en su libro “La Negra”: “Tantas carencias no me dejaron ni una sola herida, ni el menor resentimiento. Nos faltó de todo, pero fue como si no nos faltara nada, porque nos colmó el amor”. Para su familia ella siempre fue La Marta, que era el nombre que quería ponerle su madre y aunque su padre le puso Haydeé Mercedes, siempre utilizó el nombre Marta en su entorno familiar.
A comienzos de los 60, un empresario le dijo: “vos vas a ser como Frank Sinatra, vas a cantar bien hasta el último día de tu vida”. Se lo dijo una hora después de cantar una sola canción con un bombo en el festival de Cosquín, convocada por el gran folklorista Jorge Cafrune, a pesar de saber que la Comisión Organizadora no quería que cante por comunista. No se equivocó, La Negra fue una gran cantora hasta el último día de su vida y seguirá siéndolo por siempre.
Ella no componía, pero las canciones se transformaban cuando su voz era la que las interpretaba, y quien quisiera cantarlas, tomaba como base su versión.
Fabián Matus, su hijo nos cuenta: “Yo creo que los mejores recuerdos fueron cuando tuvimos que quedar solos, porque mis papás se separaron. Compartíamos muchísimo, la mamá era muy cariñosa, pero a la vez otorgaba muchas libertades, no era una madre de estar encima. Cocinaba riquísimo, ayudaba en las tareas...” Fabián sonríe tiernamente cuando la recuerda como abuela: “Era una abuela divina, muy cariñosa”.
Mercedes amaba cantar, pero la presión de los escenarios la hacía sufrir. Su mamá le expresó a Braceli: “Si ella no anduviera cantando, no sufriría lo que sufre. No quiero sentir eso. ¿Qué importa que cante tan lindo y que la gente la aplauda? ¿Qué madre puede querer que su hijo sufra? La Marta sufre.
Su hijo la define como muy cariñosa, atenta y gentil: “Cariñosa, que te trata bien, con corrección, te da lugar, pero no era muy de abrazos y besos, un buen abrazo y besos cuando llegábamos, lindas sonrisas y miradas. Atenta porque por ahí llegaba una tarde a la casa de ella, me miraba a los ojos al primer minuto, me decía: ¿Qué está pasando? Si yo tenía algún problema. Atenta también a: ¿Fabiancito comiste?, ¿Fabiancito tomaste tesito? Y gentil en sus modos, así como uno ve como ella mueve las manos en el escenario, se movía de la misma forma para caminar y hasta para entrar en algún tema, muy suave diciéndote cosas muy firmes”.
Era amante de la lectura. Leía, mientras su vista estuvo bien, tres libros a la vez: una biografía, una ficción y algún libro de autores latinoamericanos. Siempre tuvo muy buen humor, de risa fácil y carcajada contagiosa, disfrutaba enormemente de charlas con sus amigos, a quienes llamaba habitualmente aún en el exilio.
Ella le decía a Braceli: “La felicidad es despertarme con ganas de estudiar, de tomar mis clases de vocalización, de ponerme a buscar y encontrar una nueva canción bella, de reunirme con amigos, de ir a la casa de mi hijo Fabián y ver que está poniendo linda su casa, de sentir el abrazo único de mis nietos Araceli y Agustín... La felicidad es que suene el teléfono y que sea Charly García y que me cuente que acaba de comerse un plato grande de fideos con manteca... La fvelicidad no es ser millonario por más plata que se tenga,... Mi papá y mi mamá en el medio de la pobreza se la pasaron siendo felices”.


Mercedes según sus amigos

Soledad Pastorutti recuerda: “Mercedes era una mujer de una fortaleza muy grande. En el poco tiempo que la conocí descubrí en ella una gran virtud que es la generosidad con otros artistas. El hecho de ser cantante y artista y de vivir todo lo que vivió, que indudablemente fue mucho más fuerte que cualquier cosa que podamos haber vivido los que nacimos en otra época, le dio una sensibilidad especial. Para mí era la voz de La Tierra y la Libertad. Me dejó la enseñanza de que a pesar de que pasen los años y de que uno ya tenga un nombre, hay que seguir estudiando y aprendiendo, sobre todo a nivel vocal, ella se cuidaba mucho. Yo a veces le preguntaba si no estaba cansada y me decía: La verdad que a veces sí, pero cuando canto se me olvida todo”.
Julia Zenko, que la consideraba parte de su familia y su Hada Madrina nos cuenta: “La conocí personalmente cuando regresó del exilio, en el Teatro Opera y cuando la fui a saludar al camarín no paré de llorar. La valentía, su inteligencia, su voz eran grandes virtudes. Algo que la ponía mal era su miedo al subir al escenario que a veces la angustiaba mucho y la ponía de mal humor”.

El violinista Peteco Carabajal, que tomó la iniciativa de tocar durante su velorio para despedirla agrega: “Mercedes tocaba en las peñas con mi viejo y ella estaba surgiendo con sus primeros éxitos cuando la conocí. Nos vimos en un asado, yo tenía 12 años y toqué la guitarra para acompañarla, era una zamba difícil y a ella le llamó la atención que pudiera tocarla. Luego grabé con ella en el 84 tocando el violín y compartimos escenario por primera vez en Santiago del Estero. Me ha dado espacios de todo tipo: hacerme conocer Europa, escuchar mis canciones cantadas por ella y ver la trascendencia que habían adquirido, trabajo, apoyo anímico. De parte mía yo soy medio corto para relacionarme, no quería estar mucho alrededor de ella para gozar de los beneficios que daba esa importancia que tenía Mercedes, yo era medio tímido, ahora un poco me arrepiento, a lo mejor tendría que haber disfrutado más de su amistad. Cada tanto iba a su casa sin avisar, la última vez había pintado un cuadro y se lo llevé de regalo. Para homenajearla, debemos mantener en alto su ética, su honestidad, las convicciones... juntarnos y ser más generosos, compartir con todos y brindar espacios”.

“La conocí en Cosquín. Yo ganaba ese año el festival como Revelación Juvenil. -Cuenta víctor heredia- Nos presentó Alma García, otra cantora tucumana. Mercedes me invitó a una gira que iba a realizar por Córdoba y La Pampa pagándome de su propio bolsillo. Me presentaba en medio de su concierto diciendo: "Quiero que escuchen a este chico y no se olviden de él”. Su solidaridad y amplitud eran inusuales y, claro está, maravillosas. Un momento compartido complicado sin ninguna duda fue la dictadura, las persecuciones y la censura y el más feliz fue recibir la democracia. Era una hermana mayor, una entrañable amiga y, por momentos una madre señalando el camino. A veces también una hijita pequeña reclamando afecto, atención. Fue un privilegio estar estos 42 años cerca suyo”.


(nota realizada para Latin Star magazine, Noviembre 2009)

3 comentarios:

Darío dijo...

Sus interpretaciones ponen la piel de gallina. Y no es poca cosa. Me atrevo a compartir un tema:

http://www.youtube.com/watch?v=S-k4AHbfstw

Guadalupe dijo...

A partir de Septiembre arrancamos con el taller de teatro integrado. Consultas o inscripción por mensaje privado. Visita la página web y enterate de que se trata https://www.facebook.com/teatrointegrado

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Se agradece difusión.

Horacio dijo...

Hola Verónica. No es un comentario sobre la entrada. Me gustaría que me envíes tu mail. Necesito hacerte una consulta. Gracias. Horacio
horaciofono@gmail.com